Aunque llevo ya algo más de una semana navegando arriba y abajo, procuraré hacer un breve resumen de como ha sido la primera singladura de "La Mota Negra".
Partí del puerto de Atenas, donde tuve a bien enrolarme para mis primeras misiones en el gremio de los exploradores y pertrecharme por tanto de un barco adaptado a estos menesteres. esta embarcación, que podéis contemplar en su estado actual al márgen, es una balandra de dos mástiles, pequeño pero agil y rápido, y viene "de serie" armado con dos cañones para defenderse de los malos. Debeis saber que todas estas características, así como las del propio patrón que la gobierna (o sea, yo mismo) van mejorando conforme se van utilizando, mejorando más rapidamente las propias de su especialidad (en mi caso las correspondientes a la exploración), pero sin que esto te limite para aceptar misiones de otros tipos y desarrollar tambien capacidades distintas a las citadas.
Muchas fueron en principio las leguas navegadas, en principio en el mediterraneo, y despúes, más allá de las columnas de Hércules, hasta llegar hasta lugares tan lejanos como Islandia y las costas Noruegas. Las misiones de descubrimientos al principio son duras, ya que la inexperiencia hace necesario gastar muchos recursos tanto humanos como de viveres, de los que no se dispone, así como tampoco dinero con que financiarlos.

Por ello, y si bien las fuentes de ingresos pueden ser múltiples, opté por realizar misiones de escolta encomendadas por los mercaderes de diversos puertos (traders) que te proporcionan cantidades entre 1500 y 2000 monedas de plata por cada viaje, y que en estos momentos iniciales te vienen pero que muy bien.
Otra fuente fabulosa de recursos inicialmente, aunque quizás algo menos digna, son los naufragios ajenos. Las leyes del mar son muy explícitas al respecto. Lo que se encuentra en él no tiene dueño, y por lo tanto pertenece al descubridor. Los restos de batallas y naufragios suelen contener sorpresas muy agradables, sobre todo cuando uno va apuradillo de fondos, y con su venta (o directamente con el dinero encontrado) se va haciendo uno de unos ahorrillos que vendrán estupendamente más adelante.
Después de pasar unos días recorriendo mundo, y de vuelta a las cálidas aguas del Mediterraneo, tuve un desafortunado encuantro (sin querer, fue sin querer...) con un mercante procedente de Madeira. Voto a brios que apenas si mis balan lo rozaron - demasiado rápido que iba el muy canalla - y que no obtuve beneficio alguno del encuentro. Pero esto debió sentar fatal a la corona Portuguesa, ya que sus fragatas insisten desde entonces en cañonearme cada vez que me las cruzo. No hay que decir que, dado el tamaño de estas embarcaciones y el calibre de sus cañones - de sus muchos cañones - procuro desde entonces no acercarme a sus rutas comerciales, por si acaso.

Pero como no hay mal que por bien no venga, esto sirvió para que me centrara más en los puertos de nuestro querido Mare Nostrum, lo que descubrí resulta mucho más recomendable para un marino recien extrenado, como es mi caso. Pero creo que sobre esto ya os hablaré mañana, ya que si no creo que corro el riesgo de aburrir a vuesas mercedes, que suficiente me aguantaron ya por hoy...