Al amanecer del cuarto día de nuestra estancia en Ciudad El Cabo, levamos anclas con las energías renovadas y el pensamiento puesto en los exóticos lugares que visitaríamos en nuestras próximas escalas.
Ascendímos siguiendo la costa oriental del continente africano, y tras una escala técnica en Mozambique continuamos nuestra travesía hasta recalar, a las puertas del Mar Rojo, en el puerto de la ciudad de Aden. Este importante enclave marítimo, goza no solo de una inmejorable ubicación estrategica, sino que además está enclavado en un paraje natural de una exquisita belleza. Por ello, tengo que reconocer que la visita a este lugar hizo nacer en mi persona un sano (¡???) sentimiento de envidia hacia el guild Sanctuary, que tiene como base este puerto, como pude comprobar por el estupendo monumento que coronaba la plaza central de la población.

Antes de continuar nuestro viaje, mis hombres y yo tuvimos ocasión de contemplar asombrados los misteriosos restos de la sirena de Aden, sin saber por aquel entonces que éste solo sería el primero de la serie de inexplicables hechos que estabamos a punto de experimentar en aquellos mágicos y sobrenaturales territorios.
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