Así que, aprovechando mi última estancia en Estambul he adquirido esta preciosidad, a la que he llamado Astarté, en honor al pueblo fenicio que en la antiguedad dominó estas aguas y con la esperanza de conseguir mediante su mención algo de la habilidad que les caracterizó como comerciantes.

Pero que no os engañe su inocente aspecto. Unos retoques antes de partir en los astilleros y unas oportunas modificaciones en su armamento, la hacen temible para aquellos piratas que osen intentar abordarla, como ya han podido comprobar algunas de esas alimañas de las costas de Creta!




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