lunes, 28 de mayo de 2007

Arabia. (Expedición a las Indias 3.)

Nuestra primera imágen de la misteriosa Arabia la tuvimos en el bullicioso puerto de Muscat. La proa de la Mota Negra surcaba las cálidas aguas del golfo de Omán, cuando la silueta de las torres y minaretes de esta ciudad surgieron definiendose en el horizonte, atrayéndonos acogedoramente a recalar a su amparo. Son estas tierras aridas e inhospitas, que contrastan con la calidez de sus gentes, abiertas al intercambio de impresiones y conocimientos con aquellos extranjeros que los visitan.


Tras aprovisionarnos en Muscat, cruzamos el Golfo Pérsico sin otra incidencia que algún que otro encuentro con piratas naturales de la zona, encuentro que, modestamente, resultó de más provecho para este servidor de vuesas mercedes que para los desafortunados asaltantes, que debieron pensarlo mejor antes que enfrentarse a mis cañones.



Y por fin, Basora. Mucho habiamos oido hablar de esta ciudad, lugar de nacimiento del famoso Simbad, y de la que se cuentan mil y una maravillas. No me extenderé sin embargo en los prodigios de esta, ya que desgraciadamente el itinerario de mi viaje me impidió permanecer en ella el tiempo necesario para explorar sus misterios. Solo os hablaré de los extraños seres que pueblan sus arrabales. Seres diminutos, de extraño y sobrecogedor aspecto y mortiferos atacantes, que muy pocos han visto y vuelto para contarlo. Muchos dudan de su misma existencia, pero puedo aseguraros que es cierta, y que solo los más valientes, o los locos y suicidas, se atreven a adentrarse en estos territorios y enfrentarse a ellos.



Y para afirmar la realidad de mis palabras, aporto esta prueba que conseguí de un osado habitante de Basora, en el zoco de esta ciudad. Aunque la imágen no es muy buena, espero que sirva para que los estudiosos de estos fenómenos puedan ayudarnos a esclarecer la naturaleza de estos seres, prodigio de las fuerzas ocultas de la naturaleza.

sábado, 26 de mayo de 2007

Misterios de Oriente. (Expedicion a las Indias segunda parte)

Al amanecer del cuarto día de nuestra estancia en Ciudad El Cabo, levamos anclas con las energías renovadas y el pensamiento puesto en los exóticos lugares que visitaríamos en nuestras próximas escalas.


Ascendímos siguiendo la costa oriental del continente africano, y tras una escala técnica en Mozambique continuamos nuestra travesía hasta recalar, a las puertas del Mar Rojo, en el puerto de la ciudad de Aden. Este importante enclave marítimo, goza no solo de una inmejorable ubicación estrategica, sino que además está enclavado en un paraje natural de una exquisita belleza. Por ello, tengo que reconocer que la visita a este lugar hizo nacer en mi persona un sano (¡???) sentimiento de envidia hacia el guild Sanctuary, que tiene como base este puerto, como pude comprobar por el estupendo monumento que coronaba la plaza central de la población.



Antes de continuar nuestro viaje, mis hombres y yo tuvimos ocasión de contemplar asombrados los misteriosos restos de la sirena de Aden, sin saber por aquel entonces que éste solo sería el primero de la serie de inexplicables hechos que estabamos a punto de experimentar en aquellos mágicos y sobrenaturales territorios.

domingo, 20 de mayo de 2007

Expedición a las Indias (1).

No puedo explicar qué es lo que me ha impulsado a emprender tan arriesgado viaje. Tal vez sea el afán de nuevos descubrimientos, la busqueda de las increibles riquezas de las que hablan otros navegantes, o la curiosidad por comprobar la realidad de las extrañas criaturas que dicen que pueblan aquellas costas. ¿Quién no ha oido hablar de los peligrosos goblins de las junglas de Basora, o de las Sirenas y Espectros que dicen que habitan en los alrededores de Bombay?

Sea por lo que fuere, lo cierto es que, tras preparar convenientemente mi embarcación y reclutar una tripulación de valientes dispuestos a seguirme hasta el fin del mundo (siempre que no deje de abonarles una buena cantidad de piezas de a ocho para despilfarrar en toda mugrosa taberna que encuentran, malditas sanguijuelas!), levamos las anclas de mi Mota Negra y puse rumbo a lo desconocido.

Siguiendo los pasos de aquellos intrépidos navegantes como Bartolomeu Dias y Vasco de Gama, dejamos atrás nuestro amado estrecho de Gibraltar, y seguimos la costa africana costeando siempre con rumbo sur. Nuestras velas, enchidas por los cálidos vientos de aquellas latitudes pronto nos condujeron a las Islas Canarias, donde hicimos nuestra primera escala. Dakar, Accra y Luanda fueron las siguientes poblaciones que aparecieron ante nuestra proa. Exóticos destinos donde pudimos comprobar la existencia de mercados con valiosas mercancías que sin duda nos harán recalar de nuevo en el futuro con propositos comerciales.


De nuevo al sur. La costa africana desfilaba ante nuestros ojos, hermosa e impasible ante la fatiga que cada vez castigaba más y más a mi tripulación. Y por fin, en una noche clara en la que la luna iluminaba como un faro las aguas desconocidas, surgió ante nuestros ojos cuando menos lo esperábamos el ansiado Cabo de Buena Esperanza. No tengo palabras para relatar el júbilo con que dicho acontecimiento fue celebrado a bordo, y como las voces de mi tripulación resonaban en aquellos australes acantilados, entonando canciones de alabanza a su lejana patria.

Como recompensa a tamaña proeza, y a fin de lograr el merecido descanso que todos necesitabamos, pusimos rumbo a ciudad El Cabo, donde atracamos y concedí unos días de permiso a mis tripulantes, a los que ví desaparecer uno tras otro en las puerta de la taberna, en busca sin duda de nuevos conocimientos acerca de los usos y costumbres de la zona, como es su obligación de insaciables descubridores.

lunes, 14 de mayo de 2007

Astarté

Los negocios van, nunca mejor dicho, viento en popa. Y por ello, he decidido invertir los beneficios obtenidos en mis viajes de estas últimas semanas en ampliar mi flota, adquiriendo una nueva embarcación que me permita explotar de un modo más amplio las oportunidades comerciales que vayan surgiendo.

Así que, aprovechando mi última estancia en Estambul he adquirido esta preciosidad, a la que he llamado Astarté, en honor al pueblo fenicio que en la antiguedad dominó estas aguas y con la esperanza de conseguir mediante su mención algo de la habilidad que les caracterizó como comerciantes.



Pero que no os engañe su inocente aspecto. Unos retoques antes de partir en los astilleros y unas oportunas modificaciones en su armamento, la hacen temible para aquellos piratas que osen intentar abordarla, como ya han podido comprobar algunas de esas alimañas de las costas de Creta!

miércoles, 9 de mayo de 2007

Tomb Raiders


No, este post no trata sobre Lara Croft, aunque el escenario sobre el que trata sí que fué el lugar de una de sus aventuras. Y es que no podéis perderos la visita a la meseta de Giza, y descubrir los secretos que guarda la Esfinge así como maravillaros de la contemplación de las tres pirámides, maravillas del mundo antiguo.

Si os dejan. Y esto es, porque alrededor de todas estas maravillas, pululan una pandilla de desalmados saqueadores de tumbas -tomb raiders, para los anglos -, armados hasta los dientes y con los que habréis de veroslas si queréis salvar el pellejo.


Afortunadamente, mi última visita a este lugar no la realicé solo, sino en la muy honorable y excelente compañía de A_Lady, chevalier del Guild de Shinigamis (que aunque sean aliados del propio, tienen un nombre bien raro), y que aprovecho para homenajear modestamente desde estas letras. No solo me permitió disfrutar de su compañía durante esta aventura egipcia, sino que tuve ocasión de disfrutar viendo como se batía con cuatro o cinco de estos tomb raiders, para desgracia de ellos y a mayor gloria de tan aguerrida dama.


En cuando a un servidor, ocasión tuve de demostrar mi destreza en el uso del sable, si bién hube de abandonar precipitadamente el encuentro, al ser perseguido por dos sujetos armados con pistolas que se empeñaban en agujerear mi por entonces maltrecho cuerpo... Para otra ocasión queda el visitar el interior de la piramide de Keops, reino de Anubis y de su ejercito de momias...brrr que miedo.

viernes, 4 de mayo de 2007

Batalla en las costas de Creta.

Resulta un hecho harto conocido por todas las gentes de la mar, que las islas de nuestro amado "Mare Nostrum" son refugio habitual de algunos de los más temidos y peligrosos piratas de todo el orbe. Pero ello no basta para alejar a nuestros inquietos espíritus, ávidos de aventura, de explorar sus afamadas costas y fustigar - en la medida de nuestras fuerzas - a esa plaga desecho de la humanidad.


Tal es así, que en la noche de ayer no pude evitar, tras pertrecharme para la ocasión en el puerto de Atenas, poner proa a la Isla de Creta para enfrentarme sin dilación a aquellos malditos que la frecuentan. Y cuando el sol se alzó triunfante en el horizonte, aún ardían sin cesar las mechas de mis diez cañones por banda ( en homenaje a Espronceda, y por que es el máximo que de momento me permite mi Mota Negra)repartiendo por babor y estribor su carga de plomo y destrucción.


Y además de la emoción del combate, y de la satisfacción de arrojar a esos demonios a las profundidades de las que proceden, a base de un mínimo (o no tan mínimo, más vale que os aprovisionéis convenientemente antes de imitarme) gasto de munición y de un buen número de arriesgados virajes a sotavento y barlovento, conseguí subir en un tiempo record mis skills en lo relativo al combate naval y sus afines; armamento, maniobras, etc...


Cuando ya me retiraba, escaso de munición y en busca de un puerto seguro en el que buscar cobijo, aparecio en el horizonte una nave que, reconociendome, me saludó a voz en grito: ¡Por fin te encuentro Lamota! Gracias a tu blog (este mismo que lees ahora sí señor, sniff) me encuentro en estas aguas!!! No tengo que decir la emoción que para un bloggero recien estrenado como yo, causó un saludo semejante. Un saludo desde aquí a Gallego y a su Estrella de Galicia, intrépido capitán donde los haya y al que auguro una impecable carrera de triunfos y riquezas en el VCO!!!

martes, 1 de mayo de 2007

Estambul.

Tras la tormenta del otro día y aprovechando que tenía que cerrar unos asuntos en el Bósforo, he decidido quedarme unos días en la bellísima ciudad de Estambul, y de paso subir mis skills en las muy nobles y trabajosas faenas de la minería, la tala de árboles, fundición y trabajos navales. Y es que esta ciudad tiene la ventaja de tener muy cerca las fuentes de ambas materias primas, mineral y madera, y dichos trabajos resultan por ello mucho más llevaderos.



Además, este breve descanso me ha permitido reparar totalmente mi barco, que vuelve a estar flamante, y deseando izar sus velas en busca de nuevas aventuras... ¡¡¡Temblad malditos, la Mota Negra vuelve al ataque!!!